Hoy les voy a contar un acontecimiento muy extraño, que sucedió en mi hogar hace muchos años; cuando yo tenía alrededor de 9 y mi hermana 13. Una noche, estábamos mi hermana y yo durmiendo junto a nuestra madre, ya que mi padre trabajaba en turnos nocturnos. Después de que nos acostamos, nuestras sábanas empezaron a deslizarse hacia abajo. Mi madre, que era muy valiente, se levantó para ver qué sucedía. Encendió la luz, pero no había nada ni nadie presente.
Nos tranquilizó diciendo: "No se asusten, no pasa nada", pero aunque levantábamos las sábanas, seguían cayéndose. Esto duró bastante tiempo, y yo estaba tan asustada que no paraba de darle pequeñas patadas a mi hermana. Finalmente, las tres nos dormimos, supongo que por puro cansancio.
A los tres días, recibimos un telegrama del pueblo, que informaba sobre el fallecimiento de un familiar. En ese entonces, los teléfonos eran poco comunes. Era una de las tías de mi madre, que vivía en el pueblo cercano. Como no tenía hijos y adoraba a los niños, siempre ayudaba a nuestra madre, que tenía cuatro hijos. Cuando nos trasladamos a Barcelona, mi madre le sugirió que se viniera con nosotros, pero ella se negó, supongo que porque era bastante mayor y estaba acostumbrada a su vida allí.
Al leer el telegrama, mi madre recordó que, cuando se despidieron, entre lágrimas, su tía le dijo: "El día que yo me muera; te avisaré jalando de tus sábanas". Puedo asegurarles que esta historia es completamente cierta, y aunque era muy pequeña, lo recuerdo claramente, como si hubiera sucedido hace poco.
¡Fin!
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