Era de noche, y yo estaba sola en la cabaña de mi abuela. Ella había salido a visitar a una amiga, pero antes de irse, me advirtió que la cabaña era peligrosa, y que debía seguir una lista de instrucciones antes de dormir.
A punto de acostarme, recordé la lista y la tomé en mis manos. Al leerla, me pareció absurda, así que la ignoré y me dormí.
Alrededor de las 2 AM, me desperté sintiendo un intenso frío, aunque mi cuerpo sudaba. Me levanté y salí de mi cuarto, entonces vi algo que me heló la sangre. Una fogata ardía, en medio de la sala.
De repente, las puertas se cerraron de golpe. Aterrorizada, corrí a esconderme bajo la cama, cubriéndome con una cobija. Un silencio sepulcral invadió la habitación, y justo cuando pensé que todo había terminado, vi unos pies descalzos con uñas largas y afiladas.
Las puertas volvieron a abrirse y la lista cayó al suelo, deshaciéndose en pedazos. Un fuerte golpe resonó en la cabaña, y aquellos pies descalzos con garras pronunciadas comenzaron a moverse en mi dirección. El miedo me paralizó, y sin querer, hice un movimiento brusco, y la madera del piso crujió.
El crujido fue tan fuerte, que aquella cosa... lo notó. Se inclinó, como si intentara mirarme bajo la cama. Cerré los ojos con fuerza, temblando. No pude ver qué era, porque en ese momento mi abuela llegó, y aquella cosa salió corriendo.
A la mañana siguiente, mi abuela me reprendió por no seguir la lista. Le pregunté qué había sido aquello, pero nunca me dio una respuesta. Tal vez nunca lo sabré... pero jamás lo olvidaré.
¡Fin!
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