En una noche oscura y neblinosa, tres amigos, Juan, Sofía y Marta, se encontraban en un viaje por carretera. Después de haber pasado horas en la carretera principal, decidieron tomar un atajo sugerido por el GPS para llegar más rápido a su destino.
El atajo los llevó por una carretera estrecha y sinuosa rodeada de densos bosques. A medida que avanzaban, la oscuridad parecía cerrarse a su alrededor, envolviéndolos en una atmósfera inquietante. Pronto, se dieron cuenta de que no habían visto otro vehículo en kilómetros y la señal del celular había desaparecido.
De repente, el coche comenzó a tener problemas mecánicos. Juan, el conductor, intentó arrancarlo nuevamente, pero el motor se negaba a encender. Estaban varados en medio de la nada, sin señal alguna de ayuda.
Decidieron salir del coche para buscar algún tipo de asistencia. Sin embargo, apenas habían dado unos pasos cuando una densa niebla comenzó a envolverlos, reduciendo la visibilidad a unos pocos metros. En la distancia, escucharon un sonido siniestro, como si algo o alguien estuviera moviéndose entre los árboles.
Marta sintió un escalofrío recorrer su espalda mientras una sensación de pánico se apoderaba de ellos. Sofía propuso caminar de regreso por la carretera en busca de ayuda, pero Juan se mostraba renuente a dejar el coche desatendido.
Fue entonces cuando vieron una luz débil en la distancia. Pensando que podría ser una casa o una gasolinera, decidieron seguir la luz. Sin embargo, cuanto más caminaban, más se desviaban del camino original. La niebla parecía jugar con sus sentidos, distorsionando la percepción del tiempo y el espacio.
Finalmente, llegaron a un claro en el bosque donde encontraron un letrero oxidado que decía: "Bienvenidos a La Carretera Perdida". Un escalofrío recorrió sus espinas mientras se daban cuenta de que habían caído en una trampa mortal.
De repente, una figura oscura emergió de la niebla, con los ojos brillando en la oscuridad. Estaban rodeados, atrapados en el abrazo de La Carretera Perdida. Sin esperanza de escapar, se resignaron a su destino mientras la figura se acercaba lentamente.
Desde entonces, sus desapariciones se sumaron a la leyenda de la carretera maldita, advirtiendo a otros viajeros que nunca se aventuraran por caminos desconocidos en busca de atajos, pues en La Carretera Perdida, los perdidos nunca encuentran su camino de regreso.
¡Fin!
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