Esta historia le ocurrió a mi tío Raúl, quien, durante unas vacaciones en su adolescencia, se hospedó en la casa de un amigo que vivía en un pequeño pueblo del interior, donde fluye un río que esconde un secreto aterrador.
Una noche, después de una animada fiesta popular, ambos decidieron tomar un atajo para volver más rápido a casa. El camino los llevó al viejo puente de madera, que colgaba sobre el río.
Mientras lo cruzaban, Raúl comenzó a oír pasos detrás de ellos. Al girar, no vio a nadie, y le preguntó a su amigo si había notado algo, pero el le respondió que no. De pronto, una voz gruesa susurró claramente su nombre muy cerca de su oído.
Él se volteó de golpe, y entonces vio una figura oscura que se alzaba justo en medio del puente. No tenía rostro, solo una silueta oscura, del cual goteaba agua, como si acabara de emerger del fondo del río.
Presos del pánico, los dos corrieron sin mirar atrás, hasta llegar a casa. Cuando por fin lograron ponerse a salvo, notaron que su ropa estaba completamente empapada, como si hubieran sido sumergidos en el río, aunque jamás tocaron el agua.
Los ancianos del pueblo, aseguran que en el río habita el alma de un ser oscuro, que arrastra a sus aguas a quienes se atreven a desafiarlo. Aquella noche, mi tío y su amigo, tuvieron mucha suerte al lograr escapar.
¡Fin!
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