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El Alma en Pena de la Mujer de la Morgue

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Hace aproximadamente 4 años, estaba en mi tercer turno en la morgue. Ese día había llovido toda la tarde, y la noche llegó acompañada de un frío intenso. Aún no había llegado a mi destino cuando el transporte en el que iba se averió, dejándome a mitad del trayecto.

Decidí caminar, ya que no estaba tan lejos. Mientras caminaba, el aire se sentía pesado, y de repente, alguien apareció a mi lado. Nunca la vi llegar y no sé cómo apareció allí, pero me saludó con una sonrisa, la cual correspondí.

Me preguntó si iba hacia el hospital, y le dije que sí. Luego me preguntó: —¿Trabajas allí? —Sí. —le respondí.

Le pregunté si iba a visitar a alguien, ya que, por la hora, era improbable que la dejaran pasar a las habitaciones. En ese momento, noté que dudaba antes de responderme: —De hecho, tengo que llegar, pero no sabía cómo.

Su respuesta me pareció extraña, pero quise ser prudente y evité hacer más preguntas. Seguimos caminando, y cuando estábamos llegando al hospital, vi que se detuvo.

Me giré hacia ella y le pregunté: —¿Te pasa algo? ¿Te sientes bien? A lo que ella respondió: —La verdad, no me he sentido bien estos días. Siento mareos y me desmayo a menudo. Tengo días sin dormir porque necesitaba llegar aquí, pero no encontraba el camino.

La observé bien. Estaba demasiado delgada y su piel tenía un tono pálido. Coloqué mi mano en su frente y la sentí fría, con gotas de sudor. Su blusa estaba mojada, me preocupé y le dije: —Deberías ver a un doctor, no te ves bien.

Ella me respondió con una sonrisa: —Gracias a ti pude llegar, ya me siento tranquila. Pronto veré a la persona que quiero ver, y así podré descansar.

Para entonces ya habíamos llegado a la entrada del hospital. Le insistí nuevamente que viera a un médico, y ella, con una sonrisa en los labios, me dio las gracias. Agité mi mano en señal de despedida y entré al hospital. En el pasillo me encontré con una compañera, quien me saludó y me preguntó si podíamos tomar un café. Le respondí que lo haría más tarde, ya que primero debía revisar cuántos cuerpos había en la morgue.

Al llegar a la morgue, para mi sorpresa, uno de los cuerpos era el de la mujer con quien había caminado hasta el hospital. No sé cómo pudo pasar.

¡Fin!

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