Una noche, en el que se realizaba una pequeña reunion familiar; en la casa de la vecina, todo transcurría con normalidad. Entre los invitados se encontraba un familiar de la anfitriona de la fiesta, un motociclista que se preparaba para retirarse.
Mientras se colocaba el casco, la vecina fijó su mirada en la acera de enfrente, con una expresión de inquietud en su rostro. No pronunció palabra alguna, solo observaba con atención. El motociclista se despidió y encendió su vehículo, cuando de pronto la vecina exclamó con una voz temblorosa: Espera!; hay un hombre vestido de negro al otro lado de la calle, ha estado observándonos fijamente por un largo rato.
Los demás invitados se giraron hacia donde la vecina señalaba, pero no vieron nada. El motociclista, un poco impaciente, les aseguró que no podía quedarse, y que tenía que ir a buscar un encargo a la casa de un amigo.
Por favor, no te vayas!, suplicó la vecina. Ese hombre me da mala espina.
Sin embargo, el motociclista ignoró su súplica y partió en su motocicleta.
Dos horas más tarde, al llegar a su casa, el motociclista no pudo evitar llamar a la vecina, para contarle lo que le había pasado a su retorno. A lo largo del camino, había visto por el espejo retrovisor, la figura de un hombre vestido de negro que lo seguía. No lo perseguía corriendo, pero cada vez que miraba al espejo, lo veía parado en la misma posición, observándolo.
Aterrorizado, decidió no pasar por la casa de su amigo, y se desvió directamente a su hogar. Desde ese momento, no volvió a ver más al hombre de negro por el espejo retrovisor.
Al día siguiente, una noticia se propagó por toda la ciudad: en la hora en que el motociclista planeaba visitar a su amigo, se había desatado una balacera de gran magnitud con armas de alto calibre, dejando un saldo de varios muertos y heridos. El lugar del tiroteo era precisamente cerca de la casa del amigo.
Un escalofrío recorrió el cuerpo del motociclista, al comprender que el hombre del espejo retrovisor, no era solo una figura fantasmal, sino un presagio de la tragedia que había evitado, al no dirigirse aquella noche, a la casa de su amigo.
¡Fin!
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