Hace un tiempo, mis tíos decidieron ir de pesca, al famoso río llamado "El Charco Azul", situado en Juárez, Nuevo León. No recuerdo con exactitud cuántos eran, pero creo que eran tres tíos y dos primos. Todo transcurría de manera normal, entre risas y relatos de vivencias, cuando la atmósfera empezó a tornarse inquietante.
Uno de mis tíos, comentó que había escuchado unos ruidos extraños, como si alguien intentara llamar su atención. Intrigado, investigó el entorno, y juró haber visto una figura que se parecía a una bruja. Al principio, los demás lo tomaron a broma, y le dijeron que no le diera importancia. Pero entre el ambiente y el efecto del alcohol, el miedo y la valentía comenzaron a mezclarse.
De pronto, uno de ellos, recordando historias de un bisabuelo, que había atrapado a una bruja, decidió que también lo intentaría. Confiado, comenzó a recitar el rezo conocido como "Las Siete Verdades". Sin embargo, al llegar a la mitad, se confundió y perdió la concentración. Fue entonces cuando algo extraño le sucedió: su cuerpo comenzó a endurecerse y quedó completamente paralizado.
Mientras tanto, la figura, que parecía disfrutar de la situación, se acercó flotando por el aire, burlándose de ellos. La desesperación se apoderó del grupo, pero con esfuerzo, sus primos lograron cargar a mi tío que había quedado paralizado, y llevarlo hasta la camioneta. Abandonaron el lugar con rapidez, dejando atrás aquella presencia aterradora.
Aunque con el tiempo, mi tío se recuperó. Aquella experiencia, le dejó una gran lección: jamás se juega con aquello que no comprendemos.
¡Fin!
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