Hace seis años viví una experiencia aterradora. Estaba saliendo de una fiesta con mi novia de aquel entonces y su amiga. No bebimos mucho, solo algunos tragos, y nos dedicamos más a bailar. Eran alrededor de las 3 a.m. cuando decidimos regresar a casa. No había ningún Uber disponible y mucho menos taxis, así que optamos por caminar.
Las acompañé hasta su casa en Cacalomacán, donde ambas decidieron quedarse a dormir, y después empecé a caminar de regreso a la mía. Vivo en la colonia 8 Cedros, que está a unos treinta minutos a pie. Para llegar, tengo que cruzar un puente peatonal en mal estado y con poca iluminación.
Mientras bajaba del puente, una extraña sensación de miedo, me obligó a detenerme abruptamente. Justo en la esquina, distinguí una figura humanoide de tono grisáceo que se movía en cuatro patas. Tenía garras en los pies, y las manos eran increíblemente largas. Lo más inquietante era su cabeza, que estaba completamente al revés. El miedo me paralizó.
Pasados unos segundos, reaccioné, pero en ese momento, el ser se giró y comenzó a perseguirme. Corrí a toda velocidad por cinco cuadras, con la criatura siguiéndome muy de cerca. A lo lejos vi un taxi, y lleno de pánico, hice señas frenéticas para que se detuviera. Grité pidiendo ayuda, explicándole al conductor que algo me perseguia. El taxista, al ver también a la criatura, me dijo con voz temblorosa: ¡Súbete rápido muchacho!.
Pisó el acelerador a fondo mientras el ser continuaba detrás de nosotros, pero finalmente no pudo alcanzarnos. Después de unos minutos, le agradecí al conductor por haberme ayudado y le expliqué lo que había sucedido. Estaba exhausto, y si no hubiera sido por mi condición física gracias al fútbol, no habría resistido tanto. El taxista, aún pálido, me dijo: De verdad fuiste valiente, y tu estado físico te salvó. Esa cosa venía rápido, pero yo aceleré con todo.
Desde esa noche, evito salir después de la medianoche.
¡Fin!
¿Te gustó este relato? ¡Vota por él y ayúdalo a convertirse en la historia de terror más votada del sitio!.