En mi trabajo como coordinador de transportes, me ocupaba de supervisar los viajes de los traileros, sin importar la hora. Una noche, uno de los conductores me pidió permiso para detenerse en un hotel. Le pregunté si algo andaba mal, si se sentía enfermo o había tenido problemas con el camión. Me contestó que simplemente necesitaba descansar, que no se sentía bien. Después de insistir varias veces, finalmente me relató lo que le había sucedido.
Según me relató, mientras conducía a unos 80 km/h por la carretera, vio a una mujer parada junto al camino. Le hizo una señal, pidiendo que se detuviera para darle un aventón. Él prefirió ignorarla y continuó su trayecto. Sin embargo, más adelante, volvió a encontrarla. Aunque le invadió una sensación extraña, decidió no detenerse y aceleró para alejarse lo más rápido posible.
Pasada media hora, cuando ya creía que todo estaba en calma, miró por el retrovisor y se llevó el susto de su vida: la misma mujer estaba aferrada a la parte trasera del tráiler, sonriendo de forma macabra. Aterrorizado, comenzó a maniobrar, intentando que se soltara, pero ella parecía flotar detrás del vehículo, siempre con esa perturbadora sonrisa.
El conductor, ya asustado, comenzó a rezar, pero su miedo alcanzó otro nivel cuando escuchó golpes en la ventana. La mujer se aferraba a la puerta del camión, tratando de abrirla mientras soltaba risas macabras. Sin detenerse, él abrió la puerta del vehículo y empezó a patearla, tratando de ahuyentarla, pero la figura no hacía más que burlarse, aferrada a la puerta.
En ese momento, otro tráiler pasó cerca de él, tocando el claxon con fuerza. La mujer, al escuchar el ruido, soltó el camión y saltó hacia el parabrisas delantero, obligando al conductor a frenar de golpe. La mujer salió despedida, pero desapareció de manera inexplicable. El otro conductor se acercó y le advirtió que en esa ruta era común que aparecieran brujas. Le dijo que, para evitar encontrarse con ellas, nunca debía mirar hacia los costados mientras manejaba por esa carretera.
Este hecho ocurrió en el Libramiento a Guaymas, en el estado de Sonora.
¡Fin!
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