Era una madrugada silenciosa cuando mi primo y yo regresábamos de una fiesta, caminando por las calles desiertas rumbo a mi casa. El reloj marcaba cerca de las 3 de la mañana. Mientras avanzábamos por la quietud de la noche, nuestras miradas se encontraron con una figura extraña a la distancia. Era alta y esquelética, con extremidades increíblemente largas. Aquella criatura, que se erguía sobre una camioneta, nos recordó inmediatamente al temido Slender Man. Su presencia imponente proyectaba una sombra que nos hacía estremecer.
Al principio, pensamos que nuestra mente nos estaba jugando una mala pasada debido al cansancio, pero cuando le lanzamos un grito, la figura comenzó a girar lentamente su cabeza hacia nosotros. No alcanzamos a ver su rostro con claridad, pero el simple hecho de que nos mirara hizo que el pánico se apoderara de nosotros. Sin pensarlo dos veces, echamos a correr; sin atrevernos a voltear atrás. Una vez en casa, nos aseguramos de que no nos hubiera seguido nada y tratamos de comprender lo que habíamos presenciado.
Días después, una amiga me narró una historia inquietante sobre su tío, quien también había tenido una experiencia perturbadora. Según ella, una noche, estando ebrio, su tío vio a una figura idéntica a la que nosotros habíamos descrito. Lo más aterrador era que los detalles coincidían: la misma criatura de brazos y piernas alargadas, tan escalofriante que el hombre quedó paralizado por el miedo.
Escuchar esa historia me dejó helado. Mi primo y yo jamás habíamos contado nuestra experiencia a nadie, y saber que alguien más había visto lo mismo solo intensificó nuestra inquietud, convirtiéndola en un peso constante en nuestras mentes. Aún hoy, el misterio de esa noche permanece sin explicación, y el recuerdo de aquella figura monstruosa sigue vivo, dejándonos con una pregunta sin respuesta: ¿Qué fue lo que realmente vimos?
¡Fin!
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