En un pequeño pueblo rodeado de altas montañas, se alzaba imponente el Cerro Lucifer, conocido por su historia llena de misterio y oscuridad. Se decía que en lo más profundo de sus cuevas habitaba una presencia maligna, temida por todos los lugareños.
Una noche, un grupo de amigos decidió desafiar las advertencias y explorar el Cerro Lucifer en busca de emociones fuertes. Armados con linternas y valentía falsa, se adentraron en las sombrías cavernas, ignorando los susurros que parecían surgir de las paredes.
A medida que se internaban más en la oscuridad, comenzaron a sentir una presencia opresiva a su alrededor. Las linternas parpadearon y se apagaron repentinamente, sumiendo a los amigos en una negrura total. Escucharon risas siniestras y pasos que no pertenecían a ninguno de ellos.
De repente, una luz rojiza iluminó el pasaje frente a ellos, revelando la figura de un ser con cuernos y ojos llameantes: Lucifer del Cerro. Su risa resonó en las paredes de la cueva mientras se acercaba lentamente hacia los intrusos, quienes paralizados por el miedo, apenas podían moverse.
Con cada paso del ser demoníaco, la temperatura descendía drásticamente y los amigos sentían como si sus almas fueran consumidas por el terror. Justo cuando Lucifer estaba a punto de alcanzarlos, un grito desgarrador rompió el silencio de la cueva.
Despertaron al día siguiente en las afueras del Cerro Lucifer, con la certeza de que habían sido salvados milagrosamente de su destino oscuro. Desde entonces, nunca más se atrevieron a acercarse a aquel lugar maldito, pero las risas siniestras de Lucifer del Cerro seguían atormentando sus sueños cada noche.
¡Fin!
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