Carlos había renunciado a su trabajo de conductor de autobús y se había convertido en taxista. Pensaba que así podría conocer a mujeres hermosas y conquistarlas con sus halagos. Pero las mujeres no se dejaban engañar por sus palabras vacías y lo rechazaban una y otra vez.
Un día, una hermosa mujer se subió a su taxi y Carlos no perdió la oportunidad de halagarla. Pero la mujer no se dejó impresionar y él se enojó. Decidió llevarla a un lugar apartado y allí la atacó. Le quitó la vida, y luego la dejó en una fábrica abandonada.
Pero Carlos no se detuvo ahí. Siguió acechando a mujeres hermosas y cometiendo atrocidades. La policía no podía encontrarlo, pero las mujeres desaparecían una tras otra.
Un día, una mujer hermosa se subió a su taxi y Carlos se sintió atraído por ella. La halagó y ella aceptó sus insinuaciones. Pero cuando llegaron a la dirección que ella le dio, Carlos se dio cuenta de que era la fábrica abandonada donde había dejado el cadáver de su última víctima.
La mujer lo besó y Carlos se sintió atraído por ella. Pero cuando abrió los ojos, se dio cuenta de que estaba besando el cadáver de la mujer que había matado. La mujer había regresado para vengarse de él.
Al día siguiente, encontraron el taxi de Carlos y su cuerpo junto a otro en estado de descomposición. Su rostro estaba petrificado con una expresión de terror. Desde entonces, se dice que la mujer vengadora sigue buscando a los hombres que la han ofendido.
Los taxistas y conductores de transporte público cuentan esta historia como una advertencia para aquellos que creen que pueden hacer lo que quieran con las mujeres.
¡Fin!
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