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Encuentro con la Mujer de Rostro Cadavérico

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Durante muchos años, me dediqué a recorrer las carreteras como trailero, siendo bastante conocido en mi oficio. Gracias a la experiencia que había acumulado, viajaba constantemente a diferentes lugares lejanos de mi ciudad.

Entre mis compañeros camioneros, siempre circulaban relatos sobre situaciones extrañas que les habían ocurrido mientras manejaban. Estas historias eran particularmente comunes cuando transitaban por una carretera muy famosa en mi país, conocida como "La Matanza". Se decía que su nombre venía de la gran cantidad de accidentes fatales que habían sucedido en esa vía.

Yo solía escuchar estas historias con escepticismo, ya que nunca me había topado con algo fuera de lo común. No creía en esos cuentos de terror. Pero todo cambió el día en que tuve que hacer un viaje hacia un lugar llamado "La Rancha", que se encontraba a varios kilómetros de distancia. En aquella oportunidad, salí a la medianoche, cargado con mercancía que debía entregar.

La noche estaba muy oscura, el frío se sentía en todo el cuerpo y la carretera estaba completamente vacía. Para mantenerme despierto, puse algo de música. Sin embargo, tras avanzar unos kilómetros, vi a una mujer al costado de la carretera. Tenía el cabello largo y rubio, de una estatura media.

Pensé que podría necesitar un aventón, así que decidí detener el tráiler. La saludé y le abrí la puerta para que pudiera subir. Mientras seguíamos el trayecto, intenté entablar conversación. Ella me contó que vivía en las cercanías, pero algo en ella me inquietaba profundamente. Llevaba un manto oscuro que cubría su rostro, y aunque intenté hacerle preguntas para tranquilizarme, solo me respondió con una sonrisa que me llenó de una sensación inexplicable de terror.

A medida que nos acercábamos a una zona determinada, ella me pidió que la dejara ahí. Antes de bajarse, empezó a descubrir su rostro lentamente. Lo que vi me dejó paralizado: su cara no era humana, era una calavera, sin carne ni piel, solo huesos.

Mi cuerpo entero se estremeció de miedo, un pavor que jamás había sentido antes. Aceleré el tráiler lo más rápido que pude, sintiendo que en cualquier momento perdería el control del vehículo. Esa noche llegué a mi destino completamente aterrorizado y, por supuesto, no pude pegar un ojo en toda la noche.

Al día siguiente, tuve que regresar por la misma carretera. Cuando pasé por el lugar donde había dejado a la mujer, noté que, justo al lado, se encontraba un cementerio. Al regresar a la ciudad, conté lo sucedido a mis colegas y todos coincidieron: esa aparición era conocida entre los camioneros, y muchos creían que era la responsable de los numerosos accidentes en esa carretera. La aparición de esta mujer, decían, había causado que más de un conductor perdiera la razón al encontrarse con ella.

¡Fin!

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