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El Encuentro en la Finca Abandonada

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Les voy a compartir una experiencia que tuve cuando tenía unos 9 años. Para darles un poco de contexto, en ese tiempo yo, mis hermanos y amigos participábamos mucho en la evangelización católica. Para mí, fueron tiempos de conocer la vida del niño Jesús y su obra, la catequista junto con el padre nos platicaban de este tema. Esto fue a finales de los 80 en la Ciudad de México, en una zona industrial donde algunos edificios ya estaban abandonados.

Recuerdo que en Semana Santa me bañé al mediodía y me puse un vestido color salmón que me gustaba mucho. Salí al patio mirando mi ropa y dando vueltas. En eso, escuché a mi perro ladrar y correr hacia el porche que estaba abierto a la calle. Fui tras de él para que no saliera, pero nunca pude con él. Por más que lo abracé y jale de su correa, no pude detenerlo. No dejaba de ladrar y corrió hacia un lado de la calle donde venía un caballo con su jinete.

El perro se paró frente a ellos ladrando, y corrí detrás de él para apartarlo. Me pegué a la pared para que pasaran, pero la tierra levantada por la basura me impedía ver bien. Cuando pude mirar al jinete, pensando de dónde habían salido, se levantó la polvareda y no pude verlos claramente. El jinete era un muchacho con la ropa desgarrada, descalzo y moreno, con el pelo tan negro como el cuervo. Se inquietó con mi perro, pero no perdieron la compostura ni el estilo.

Pasaron frente a mí y seguimos nuestros caminos. Me quedé mirando hacia donde iban, pero cuando intentaba ver si alguien más los veía, no había nadie. Mi perro ya se había calmado, caminamos hacia la esquina y, de repente, pensé: "Hasta aquí llego". Los seguí, pero me perdí y me perdí. Miré hacia donde se metieron a una finca abandonada, pero no vi que se bajaran ni abrieran la puerta. Se metieron y ya.

Cuando le conté a mi mamá, no me creyó. Pero cuando le describí lo que vi, me dijo que no dijera esas cosas. No volví a mirarlo, y las veces que pasaba por ahí con mis hermanos de la escuela, medio volteaba, pero no sentía miedo, sino desconfianza. Hoy sé que cuando uno busca más a Dios, puede haber distracciones. En ese tiempo, éramos muy activos en la iglesia.

¡Fin!

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