Una noche, un grupo de jóvenes, decidieron reunirse en la casa de uno de ellos, aprovechando la ausencia de sus padres. Al apagar las luces, comenzaron a contar historias de terror, incluyendo la de un hombre recién enterrado en el antiguo cementerio. Según los rumores, había sido sepultado vivo, y se oían sus desesperados gritos y golpes desde el interior del ataúd.
Uno de los muchachos, escéptico, se burló de la historia. Sus amigos, envalentonados, lo retaron a visitar la tumba del difunto, y clavar una estaca en la tierra como prueba de su valentía. El joven aceptó el desafío y se dirigió al cementerio, mientras los demás esperaban su regreso.
Pasaron una, dos y hasta tres horas sin noticias del muchacho. Al amanecer, los padres del joven llegaron preocupados, pues no había regresado a casa. Todos se dirigieron al cementerio en su búsqueda. Al llegar, encontraron al joven sobre una tumba, inmóvil y con una expresión de terror en su rostro.
Nadie supo jamás, qué había visto o experimentado el joven, aquella noche, pero el miedo fue tan intenso que su corazón no resistió.
¡Fin!
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