Yo vivía justo al frente de un cementerio, y lo que estoy a punto de contarles, es una experiencia realmente extraña. Todo ocurrió la noche del 29 de octubre. Estaba en mi cuarto, entretenido con mi celular viendo una serie de anime. Mi cama estaba orientada hacia la ventana, que daba directamente al cementerio.
Justo cuando iba a acostarme, escuché un grito desgarrador que me estremeció, tanto que salté de la cama y dejé caer el celular al suelo. Mientras lo buscaba, mi vista se dirigió hacia el cementerio, y frente a mí, había un rostro que me observaba desde el otro lado de la ventana. Aquella cara no tenía piel en la boca, dejando ver unos dientes afilados. Sus ojos; oscuros y vacíos, parecían pozos sin fondo. Su piel, notablemente pálida, me aterrorizó de inmediato.
Apenas vi esa figura frente a mí, salí corriendo de la habitación y fui a refugiarme en el cuarto de mis padres. Pasé la noche en el suelo, temblando de miedo. Cada vez que cerraba los ojos, aquella horrenda imagen volvía a mi mente. No pude dormir; solo me quedé vigilando la puerta, temiendo que esa cosa cruzara el umbral para llevarme.
A la mañana siguiente, mi padre me encontró dormido en el suelo, y tras contarle lo que había visto, decidió cubrir la ventana con tablas de madera. Sin embargo, para mí, esa habitación se volvió imposible de habitarla. Mis padres y yo terminamos intercambiando habitaciones: ellos tomaron la mía, y yo me mudé a la de ellos.
Aunque quisiera decir que todo terminó allí, no fue así. Con el paso del tiempo, empezaron a suceder más cosas extrañas. Finalmente, mi familia decidió mudarse. Desde entonces, jamás volví a soñar con aquel rostro.
¡Fin!
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