Una noche, un grupo de amigos se reunieron para compartir historias de terror. Después de contar una leyenda que supuestamente había ocurrido en un cementerio cercano, decidieron hacer un desafío. Dos de los chicos del grupo, tendrían que cruzar el camposanto en solitario, mientras los demás los esperarían del otro lado. Por hacerse los valientes, ambos aceptaron y se adentraron en el lugar con confianza.
A mitad del camino, comenzaron a desorientarse y el miedo se apoderó de ellos. Fue entonces, cuando notaron la presencia de una niña que salía de la caseta del vigilante.
—Oye niña —le dijeron. ¿Podrías decirnos cómo salir del cementerio?
—Sí, claro, síganme —respondió la pequeña, guiándolos hasta uno de los muros del lugar. Yo siempre salgo por aquí.
—¿Por aquí? ¿Pero cómo, si no hay ninguna puerta?
—Pues así! —respondió la niña mientras atravesaba la pared riendo. Los muchachos sintieron un escalofrío que les recorrió todo el cuerpo.
Esa noche no lograron salir del cementerio. Los hallaron al amanecer del día siguiente, pálidos y paralizados de terror.
¡Fin!
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