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Apariciones en una Carretera Desolada

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Trabajo en el estado de Chiapas como taxista, desde hace 7 años, y me gustaría contarles algo que me sucedió hace algunos meses. En ese entonces, yo tenia el turno de 1 a.m. a 2 p.m. Un día, justo cuando estaba comenzando a trabajar, me tocó llevar un servicio a un lugar apartado, un poblado fuera de la ciudad. Todo iba bien; iba platicando con el pasajero, tocando temas del día a día. Cabe mencionar que ese lugar tiene un camino mixto: partes pavimentadas y partes de terracería. A ambos lados de la carretera, no hay más que pura maleza, árboles y potreros que sirven de establos para la ganadería.

Recuerdo que dejé al pasajero en su destino, luego yo tenía que regresar por todo ese camino, solo. No le tomé mucha importancia y empecé a conducir de regreso a la ciudad. Fue entonces cuando llegué a una parte del camino, donde el viento soplaba con fuerza. Tampoco le presté demasiada atención, ya que estaba distraído con la música a todo volumen.

A lo lejos, en medio de la oscuridad, vi a alguien caminando, y aunque a esa hora no suele haber gente por esos lugares, pensé que sería alguna persona que trabajaba en los ranchos cercanos. Inesperadamente, el taxi comenzó a atorarse, como cuando la batería se baja. Lo intenté arrancar, pero el motor se apagaba. Puse las luces altas para ver mejor la carretera y poder revisar, pero noté que la intensidad de la luz comenzaba a disminuir. En ese momento, sentí algo de miedo. Decidí bajar del taxi para abrir el cofre, y revisar que todo estuviera bien.

Sentí el viento golpearme, mientras los árboles se movían de un lado a otro. Fue entonces cuando empecé a escuchar lamentos, como si alguien estuviera quejándose a lo lejos. Pensé. —"Esto no es normal".

Subí rápidamente al taxi, cerré los ojos, y empecé a orar con todas mis fuerzas. Fue cuando sentí que el taxi empezó a moverse, como si algo lo estuviera empujando, como cuando hay un temblor. También escuchaba risas y voces de niños, corriendo alrededor del taxi, lo que aumentó mi miedo. Le pedí a Dios, con todo mi corazón, que alejara todo mal de ese lugar.

De repente, el motor arrancó sin problemas, y decidí salir de ahí lo más rápido posible, sin mirar atrás. Cuando finalmente logré llegar a la carretera principal, sentí un alivio inmenso. Nadie, absolutamente nadie, me cree lo que viví esa noche, pero tengo cada detalle grabado en mi mente como si hubiera sido ayer.

¡Fin!

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