En el centro hospitalario San Rafael, donde las paredes parecían absorber el dolor y el sufrimiento de los pacientes, una alma en pena vagaba por los pasillos. Era la Doctora Elena, una médico excepcional que había dedicado su vida a aliviar el dolor de los demás. Sin embargo, su bondad y dedicación le costaron la vida.
Una noche, después de una cirugía de emergencia, un desconocido la asesinó brutalmente en uno de los pasillos traseros del hospital. Su cuerpo fue encontrado sin vida, con una navaja clavada en el costado derecho del abdomen. La forma trágica en la que murió congeló su alma en un grito silencioso, y su rostro, una vez radiante y hermoso, se convirtió en una máscara de terror.
La investigación reveló que el asesino había sido motivado por una extraña razón: la Doctora Elena había salvado la vida de un paciente que no debía vivir, y el asesino había decidido matarla en su lugar. Se decía que el asesino tenía pactos con seres demoníacos y que buscaba almas puras para entregárselas.
Desde entonces, el alma de la Doctora Elena vagaba por el hospital, buscando venganza. Se aparecía a los médicos y enfermeras, un espectro pálido y fantasmal con ojos vacíos y un rostro desfigurado. Sus lamentos desgarradores resonaban en la oscuridad, congelando el corazón de aquellos que los escuchaban.
El personal del hospital comenzó a experimentar fenómenos extraños: luces que se apagaban y encendían solas, instrumentos quirúrgicos que se movían sin explicación, puertas que se abrían y cerraban de golpe. El terror se apoderó del hospital, y los médicos y enfermeras no podían dormir ni trabajar con tranquilidad.
Un grupo de investigadores paranormales, liderados por el valiente Dr. Carlos, se embarcó en la misión de descubrir la verdad detrás de los eventos que atormentaban al hospital. Después de una serie de investigaciones y entrevistas, llegaron a la conclusión de que el alma de la Doctora Elena buscaba venganza.
El Dr. Carlos y su equipo decidieron ayudar al alma de la Doctora Elena a encontrar la paz. Organizaron misas en su nombre y cada noche, un miembro del equipo de investigación se quedaba de vigilia, rezando por la Doctora para que encontrara la paz y abandonara su búsqueda de venganza.
Con el tiempo, la historia de la Doctora Elena se convirtió en una leyenda urbana, transmitida de generación en generación entre los trabajadores del hospital. Se dice que su alma aún vaga por los pasillos, velando por los pacientes y protegiéndolos de cualquier daño. La Doctora Elena, la médico sin rostro, se había convertido en una figura protectora y misteriosa, que seguía cuidando a los pacientes del hospital San Rafael.
¡Fin!
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