En una pequeña localidad, un hombre decidió asistir a un baile que se prolongó toda la noche. Después de beber demasiado, decidió regresar a su casa a pie, ya que era muy tarde. El camino de regreso era solitario y oscuro, rodeado de maleza y vegetación, plantas que se asemejan a los nopales.
Mientras caminaba, el hombre vio a una bella mujer con cabello largo, vestida de blanco, caminando delante de él. Intentó llamar su atención, pero ella lo ignoraba. La siguió, pero cuando ella se volvió, el hombre se llevó un gran susto: la mujer tenía el rostro muy parecido a la de un caballo, con los ojos rojos el cual era muy espeluznante.
Asustado, el hombre intentó huir, pero su estado de borrachera lo hacía tropezar y caerse. Gritó pidiendo ayuda, pero nadie lo escuchó debido al ruido de la música en el baile. Hasta que por fin la música se detuvo, recién lograron oírlo y rescatarlo.
Tiempo después, este hombre le comentó a mi mamá lo que le había sucedido. El susto lo afectó tanto que enfermó y desde entonces, dejó de beber. Mi madre también nos cuenta que su padre, mi abuelo, tuvo una experiencia similar en el mismo lugar. Una noche, mientras pasaba por un ojo de agua, vio a una mujer hermosa bañándose. El se acercó para observar mejor, pero cuando ella se volvió, vio que tenía el rostro como de un caballo.
¡Fin!
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