Una noche, mi padre conducía por la solitaria carretera rumbo a Oaxaca, cuando en una curva cerrada y peligrosa tuvo que frenar abruptamente. A la orilla del camino, bajo la sombra de un árbol, vimos tres bultos negros y descomunales, observándolos mas detenidamente eran 3 perros enormes. Su tamaño y sus ojos que brillaban con un rojo intenso, me erizaron la piel. Subí el vidrio de la ventanilla del copiloto y observé con recelo a los animales inmóviles.
Fue entonces cuando la vi. Una mujer anciana, de rostro curtido por el sol y el viento, se acercaba lentamente, apoyándose en un bastón. Con una voz algo baja, rompió el silencio del lugar: ¿Podrían llevarme un trecho? Mi choza está cerca, pero estoy muy cansada y un perro me ha mordido.
Por un momento dudamos, aún con la imagen de los perros gigantes grabada en nuestra mente. Sin embargo, la fragilidad de la anciana y la súplica en sus ojos nos convencieron. Con un gesto de asentimiento, la invité a subir. La anciana se acomodó en el asiento.
Recorrimos apenas unos metros cuando la anciana pidió que nos detuviéramos. Extrañados por su brusca petición nos detuvimos, sin mediar palabra la anciana descendió del auto. Con una sensación de miedo desconocido, seguimos nuestro camino acelerando, dejando atrás una nube de polvo que se levantaba como un espectro en la carretera. Por el espejo retrovisor, vimos cómo la figura de la anciana se transformaba de manera grotesca. Sus piernas se doblaban, sus manos se convertían en garras y su rostro se alargaba transformándose en un hocico bestial. Con una risa macabra y una velocidad imposible para un ser humano, la anciana corría tras el auto como una bestia infernal.
El corazón nos latía con fuerza, mientras intentábamos alejarnos a toda velocidad, cegados por el miedo no nos detuvimos hasta llegar a una gasolinera, donde relatamos nuestra aterradora experiencia al encargado. Este, con una expresión serena, nos aseguró que no era la primera vez que escuchaba esta historia, según nos explicó, era una aparición conocida, ya muchos viajeros comentaban lo mismo, que se les aparecía una anciana pidiendo un aventón por estas solitarias carreteras.
¡Fin!
¿Te gustó este relato? ¡Vota por él y ayúdalo a convertirse en la historia de terror más votada del sitio!.