Hace mucho tiempo atrás, en un pueblo bastante alejado de la ciudad, rodeado por un bosque frondoso y misterioso, vivían dos amigos inseparables, Juan y Tomás. Desde pequeños, compartían una pasión por la caza, aventurándose en el bosque en busca de venados. Un día, decididos a desafiar la tradición, convencidos de que los mejores avistamientos ocurrían bajo el manto de la noche.
Armados con linternas y rifles, se adentraron en la espesura del bosque. La única compañía que tenían, era el sonido de las hojas bajo sus botas y el susurro del viento entre las ramas.
Las horas pasaban, mientras esperaban pacientemente la llegada de su presa. Sin embargo, algo no estaba bien. A media noche, un sonido extraño comenzó a perturbar la quietud: como si pequeñas piedras cayeran al suelo. Se miraron con incertidumbre, preguntándose quién podría estar allí en medio de la noche.
Motivados por la curiosidad, decidieron investigar la fuente del sonido. Se movieron con cautela, siguiendo el rastro del ruido. Sin embargo, no encontraron nada más que árboles. Un murmullo de voces infantiles, cada vez más cercano, comenzó a resonar en el aire, pero nunca pudieron ver a nadie. Un escalofrío recorrió sus espaldas. ¿Qué tipo de juego macabro era este?
De repente, un zumbido profundo y vibrante inundó el bosque. Un sonido que parecía provenir de todas partes a la vez, como si la propia naturaleza estuviera murmurando. Los árboles temblaron y las ramas se quebraron bajo la intensidad del sonido. Juan y Tomás se miraron aterrados, sin comprender lo que pasaba. ¿Qué criatura podía producir semejante sonido?
Sin pensarlo dos veces, emprendieron la huida. Las linternas se movían frenéticamente, iluminando árboles retorcidos y sombras que parecían cobrar vida a su paso. El zumbido se intensificaba, como si algo los persiguiera.
Finalmente, exhaustos y llenos de terror, llegaron al borde del bosque. Se detuvieron respirando con dificultad, mientras que el zumbido se desvanecía gradualmente. No sabían qué habían presenciado esa noche, pero una cosa era segura: habían escapado de algo que no debería existir.
Desde ese día, la caza en esa zona del bosque quedó prohibida. Juan y Tomás nunca hablaron de lo que vieron esa noche. La experiencia quedó grabada en sus memorias. Nunca te aventures demasiado lejos en la noche, porque podrías encontrarte con algo que no pertenece a este mundo.
¡Fin!
¿Te gustó este relato? ¡Vota por él y ayúdalo a convertirse en la historia de terror más votada del sitio!.