En la tranquila comunidad de San Miguel de Allende, vivía un matrimonio con su pequeño hijo de 7 años, Lucas. El niño, desde pequeño, había presentado episodios de sonambulismo, vagando por la casa durante la noche mientras emitía sonidos ininteligibles o sollozos. Al principio, la pareja se aterraba con estas incidencias, pero con el tiempo se acostumbraron a la peculiar condición de su hijo.
Una noche, después de una semana sin episodios de sonambulismo, Lucas volvió a levantarse de su cama en medio de la madrugada. Sus padres, ya familiarizados con la situación, no se preocuparon demasiado y se limitaron a observarlo desde la oscuridad. Sin embargo, algo en el comportamiento de Lucas esa noche era diferente.
De repente, el niño se sentó en la cama, con los ojos abiertos como platos y una mirada fija e intensa dirigida hacia sus padres. Comenzó a hablar en un tono bajo e ininteligible, palabras que parecían provenir de un lugar muy profundo de su mente. El matrimonio, aterrado, encendió la lámpara de noche y la luz reveló una imagen escalofriante: Lucas, con la mirada fija y sin parpadear, pronunciando frases incomprensibles, completamente dormido.
El terror se apoderó de ellos. Nunca antes habían visto a su hijo hablar mientras dormía, y la intensidad de su mirada y la extrañeza de sus palabras les erizaban la piel. En un silencio paralizante, observaron como Lucas, poco a poco, se recostaba nuevamente en la cama y se hundía en un sueño profundo, dejando tras de sí un halo de misterio y preguntas sin responder.
Al amanecer, aún conmocionados por lo sucedido, la pareja se enfrentaba a una duda inquietante: ¿era el sonambulismo de Lucas solo una peculiaridad inofensiva o había algo más oscuro acechando en su interior?
¡Fin!
¿Te gustó este relato? ¡Vota por él y ayúdalo a convertirse en la historia de terror más votada del sitio!.