Estaba tratando de ahogar mi dolor en un mar de alcohol, intentando olvidar el corazón roto que me pesaba en el pecho. Pero de repente, una misteriosa figura femenina se sentó a mi lado. Me sonrió y pidió la misma bebida que yo estaba tomando. No me fijé en su rostro, solo le devolví la sonrisa y seguí bebiendo, sin importarme nada en ese momento.
Con una pregunta ella rompió el silencio: "¿Por qué lloras?" Me tomé un trago y le sonreí nuevamente, sin saber qué responder.
"Debes seguir adelante, no dejes que el dolor te consuma," me dijo con una voz suave. "Debes ser fuerte y no permitir que el pasado te controle."
Me quedé sorprendido por sus palabras, pero no dije nada. Solo le agradecí su consejo y me miró con unos ojos que parecían ver más allá de mi.
Antes de irse, me dijo que no había cuenta que pagar, que todo estaba pagado. Me miró una vez más y me dijo que podía tomar todo el alcohol que quisiera, pero que también podía tomar su consejo y retirarme del lugar.
No sé cuánto tiempo pasó, pero de repente apareció de nuevo y se sentó a mi lado. Me sonrió y pidió la misma bebida que yo. Esta vez pude ver su rostro con más claridad, y pensé que era afortunado de que estuviera tomando copas conmigo.
Se tomó un último trago de su copa y me miró con una mirada intensa. "¿Listo?" me preguntó con una voz fría.
"Es hora de irnos."
¡Fin!
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