Mi hija pequeña, fascinada por el océano y las sirenas, solía ver la película de Disney, una y otra vez. A los 6 años, ya nadaba mejor que su madre o yo. Su juego favorito, era pedirme que controlara su tiempo: Papá, ¿cuánto tiempo puedo estar bajo el agua?.
En mi último cumpleaños, mi esposa me regaló un reloj con cronómetro. Un día soleado, la pequeña apareció en el porche con su bañador a rayas y una sonrisa radiante.
Papá, las sirenas me enseñaron a mantener la respiración bajo el agua! exclamó. Yo no pude resistirme y la seguí hasta el lago detrás de nuestra casa. Cuando se sumergió, encendí el cronómetro. Los segundos pasaron lentamente. A los 45 segundos (su récord anterior era de 42), mi nerviosismo aumentó. Al minuto y 15 segundos, el agua seguía tranquila. Sin pensarlo, me lancé al lago para buscarla.
Han pasado desde entonces dos semanas, y el equipo de buceo de rescate, ya ha realizado mas de 2 búsquedas y no ha encontrado rastros de ella.
¡Fin!
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