Me hallaba en el hospital, recuperándome de una cirugía menor, cuando mi apacible noche dio un giro inesperado. Una enfermera irrumpió en mi habitación y, sin pronunciar palabra alguna, comenzó a empujar mi silla de ruedas con una premura que me desconcertó. Confundido y con el corazón acelerado, le inquirí sobre lo que ocurría, pero ella no respondía, simplemente avanzaba con determinación por los pasillos desiertos de una ala del hospital aún no inaugurada. La oscuridad se cernía sobre nosotros y el silencio se volvía abrumador.
A pesar de mis intentos por detenerla, la enfermera seguía sin prestar atención, emitiendo únicamente gemidos incomprensibles. La ansiedad me embargaba mientras trataba de buscar ayuda, pero mis llamados parecían perderse en el vacío.
Finalmente, llegamos a un ascensor. La enfermera, con una fuerza que parecía sobrenatural, me introdujo en él bruscamente. Atrapado y sin opción de escapar, traté de entender sus acciones, pero su rostro permanecía inexpresivo. El ascensor empezó a descender y la incertidumbre se apoderó de mí. Estaba genuinamente aterrado.
Al llegar a la planta baja, nos encontramos en un área del hospital aún en construcción. La enfermera, entre sollozos apenas audibles, me llevó hacia una puerta de cristal que daba a un estacionamiento casi desierto. La violencia con la que me impulsó hacia adelante era desconcertante. Al intentar confrontarla, solo encontré una mirada vacía y una oscuridad impenetrable donde deberían estar sus ojos.
En ese momento, la alarma sísmica retumbó en el ambiente. Los siguientes instantes se extendieron como una eternidad mientras el terremoto sacudía la ciudad con una furia devastadora. Aquella misteriosa enfermera, con sus acciones inexplicables y su identidad desconocida, me había salvado la vida, alejándome de las estructuras que ahora caían presas del temblor.
A día de hoy, sigo sin saber quién era ella ni cómo sabía lo que estaba a punto de ocurrir. Solo sé que, sin su intervención, no estaría aquí para contar esta historia. Su figura, apenas un recuerdo borroso en mi mente, se convirtió en un ángel guardián en medio del caos, guiándome hacia la seguridad con un propósito que solo ella conocía.
¡Fin!
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