Según una antigua creencia judía, antes de Eva existió Lilith, una mujer creada de la misma manera que Adán, no de alguna parte de él. Esta diferencia en su origen llevó a una actitud de igualdad y no sumisión hacia Adán, lo que provocó su exilio del Edén.
Lilith, al negarse a ser dominada, se marchó al Mar Rojo, desafiando las súplicas de Dios y dejando a Adán solo. Para remediar la soledad de Adán, Dios creó a Eva, una mujer que aceptaría su papel de compañera sumisa.
Lilith, en su rechazo a Dios, fue demonizada en la tradición, considerada un demonio femenino que acechaba a los recién nacidos. Se dice que, celosa de la vida de Adán y Eva, se transformó en serpiente y los engañó para que comieran del fruto prohibido, lo que llevó a su expulsión del paraíso.
Esta historia muestra el poder de la independencia y la voluntad de Lilith, así como las consecuencias de desafiar las normas establecidas. Su legado continúa vivo en el folclore y la mitología, recordándonos la importancia de la libertad y el respeto mutuo en las relaciones humanas.
¡Fin!
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