Esto me ocurrió el día que tuve que quedarme sola con mis hermanos. Eran cerca de las doce o dos de la madrugada, y mis padres se habían ido a un lugar bastante lejano, así que yo debía encargarme de mis hermanos menores.
Esa noche, estábamos tranquilos viendo una película en la sala. Hasta que uno de mis hermanos se levantó para ir al baño, y yo me quedé con el otro viendo la tele. De pronto, comenzamos a oír unos extraños rasguños en la ventana, como si un perro o un gato intentara entrar. No le dimos importancia, pensando que sería algún gato callejero.
Cuando mi hermano regresó del baño, tenía una expresión extraña. Le pregunté si estaba bien, y solo dijo que le dolía un poco el estómago. Seguimos viendo la película, pero de repente, la televisión se apagó sola. Confundidos, fui a revisar si se había desenchufado, pero en ese momento, todas las luces de la casa se apagaron también.
El miedo empezó a crecer en nosotros. Tomé mi celular para llamar a mis padres, pero no me respondían. Iluminamos con la linterna del teléfono, y corrimos a mi habitación. Entonces, escuchamos una voz parecida al de nuestra mamá, pero sonaba ronca y distorsionada, la cual decía: "Hijos, ¿dónde están? Ya volvimos...".
Mi hermanito menor, creyendo que era ella, salió corriendo. Intenté detenerlo, pero no pude. Lo siguiente que escuchamos fueron sus gritos. Mi otro hermano y yo, aterrorizados, nos escondimos en un armario pequeño, tratando de no hacer ruido.
Desde la rendija, vimos una figura oscura entrar. Buscó por toda la habitación, como si olfateara el miedo, y finalmente se marchó. Cuando el silencio volvió, salimos temblando del armario.
Al día siguiente, cuando nuestros padres regresaron, les contamos todo lo sucedido. De inmediato, comenzaron a buscar a mi hermanito menor por toda la casa y el vecindario, pero no lograron encontrarlo. Desde aquel día, nunca más lo volvimos a ver.
¡Fin!
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