En una noche fría, mis tíos y mis papás fueron a una boda, así que mis primos y yo nos quedamos solos en casa. Después de un rato, se nos ocurrió una idea.
—¿Jugamos a las escondidas? —preguntó mi primo Alejandro.
Todos asentimos, y yo me ofrecí a contar.
—Uno... dos... tres... cuatro... cinco... seis... ¡Ya voy!
Empecé a buscar por toda la casa, pero de pronto sentí que algo me tocaba el hombro. Primero pensé que era una broma de mis primos, pero cuando volteé, no había nadie. En ese instante, un grito desgarrador rompió el silencio.
Era Alejandro.
Corrí hacia el baño y lo vi afuera, temblando y llorando. Me asomé para ver qué pasaba, y dentro estaba mi prima, irreconocible.
El terror se apoderó de mí. De pronto, escuchamos los gritos de mis otros primos en el patio. Salimos corriendo a ver qué ocurría, pero en mi desesperación, choqué contra un árbol que jamás había estado ahí.
En su tronco había algo escrito que decía.
"Escóndete o morirán. 1...2...3...".
La frase se repetía una y otra vez. En ese momento, vi la silueta de un hombre acercándose. Asustada, corrí hacia la puerta e intenté abrirla, pero no podía. Alejandro logró abrirla, me empujó adentro y la cerró de golpe.
Ya dentro, escuché los gritos desesperados de Alejandro. Llorando, corrí por el teléfono y marqué al 911. La operadora respondió, y entre sollozos, le conté todo. Me dijo que enviaría patrullas y que me escondiera.
Entonces, los pasos comenzaron a descender lentamente por las escaleras. Me quedé paralizada; cada vez que algo me asusta, mi cuerpo se congela por completo.
Oí a lo lejos las sirenas de las patrullas acercándose, y entonces, me desmayé.
Cuando desperté, estaba en un hospital, junto a mis padres. Entonces, mi madre me miró y me dijo.
—Eres la segunda sobreviviente.
—¿Quién más sobrevivió? —pregunté.
—Tu primo Alejandro.
Me quedé helada, y lentamente volteé hacia él. Su rostro reflejaba una inquietante sonrisa.
Pero ese no era mi primo.
¡Fin!
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