En la casa de mis abuelos ocurrieron sucesos extraños que marcaron mi infancia. Mi papá, al que solían asustar mucho, vio la aparición del padre de mi abuelo, a quien nunca había conocido. Mi mamá también tuvo experiencias, como cuando le aventaron el chal que había pedido mi abuelita, o cuando le tocaron la ventana llamándola por su nombre. A mí y a mi mamá nos asustaban apagando la luz desde afuera, y a veces escuchábamos cómo parecía que abrían la puerta, la cerraban y subían la escalera, todo de manera aterradora. Durante días no podíamos dormir, ya que mi papá trabajaba de noche y nosotras nos quedábamos solas arriba, mientras mis abuelitos dormían abajo. Después de que fallecieron, la casa se vendió.
Una pareja joven con hijos la compró, pero se divorciaron a los dos meses. Me enteré de esto porque el hermano de mi abuelo vivía al lado. Resulta que la casa ha sido difícil de vender; solo la rentan y los inquilinos duran poco. Una persona me contó que ve cómo algunas personas suben por la escalera vestidas de negro, y les habla sin obtener respuesta. Todo esto ocurrió hace años, pero aún sucede.
Además, un hermano de mi abuelo murió de forma trágica al caerse mientras trabajaba en la compañía de luz. La casa parece tener algo especial, ya que cuando sueño, siempre vuelvo a ella. Sueño con mi abuelito, que está afuera de la casa, pero no puedo entrar. Me dice que no, que no debo entrar, aunque quiera. Veo una fiesta adentro con personas que creo que son todos de su familia. ¿Será que no quieren irse de ahí o que no han descansado en paz? Todos en la familia tuvimos experiencias similares de miedo y extrañeza en esa casa. A pesar de que trataron de renovarla, sigue sintiéndose vacía y fría. No sé qué pensar, pero esos sueños siempre me llevan de regreso allí, a ese lugar en el Exhipódromo de Peralvillo, entre casas viejas que parecen guardar secretos del pasado.
¡Fin!
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