Esa noche, una lluvia suave caía constantemente, como si pronto fuera a detenerse, pero seguía persistente. Salí de mi trabajo pasadas las ocho de la noche, habiendo tenido que quedarme hasta tarde para completar algunos pedidos que debían entregarse al día siguiente. Me sentía realmente agotado. Subí a mi auto y emprendí el camino a casa, conduciendo despacio debido al cansancio que sentía. Mi casa estaba a poco más de veinte minutos de distancia de mi trabajo.
A mitad de camino, comencé a sentir que algo no estaba bien en mí. Pensé que era simplemente el cansancio, así que decidí detenerme a un lado de la carretera para descansar un momento. Tomé un poco de agua que siempre llevaba conmigo y esperé unos ocho o diez minutos hasta que me sentí con ánimo para continuar. La lluvia había aumentado y el tráfico se había vuelto lento, ya que nadie quería tener un accidente.
En un punto específico de la vía, sentí una sensación extraña y, de reojo, creí ver a alguien en el asiento trasero de mi auto. Me detuve de inmediato para observar con calma, pero no había nadie. Fue solo una visión fugaz, probablemente causada por el cansancio. Tomé otro sorbo de agua y continué mi camino. La lluvia se había intensificado y los relámpagos iluminaban el cielo. Pensé que era una noche propicia para un accidente, así que reduje la velocidad al mínimo para evitar cualquier riesgo.
De repente, volví a ver esa figura en el asiento trasero. Esta vez, volví la cabeza para asegurarme de que no había nadie, pero allí estaba, era la muerte, sentada y mirándome fijamente. Creí que me miraba directamente, aunque en lugar de ojos, solo veía el vacío de una calavera. Vestía un traje elegante y formal, como los que usan los recepcionistas de hoteles de cinco estrellas. Todo esto sucedió en cuestión de segundos. Al ver a este personaje tan tranquilo y pulcramente vestido, sentí una opresión y un dolor en el pecho. Lo último que recuerdo es que pisé el freno con todas mis fuerzas.
Desperté en el hospital con mi esposa y mi madre a mi lado. Había sufrido un ataque cardíaco, pero los médicos me aseguraron que estaba fuera de peligro. Debían hacerme más exámenes y mantenerme en observación por al menos otros dos días. En estos casos, los problemas cardíacos mientras se conduce suelen terminar en accidentes de tránsito, así que consideré que mi caso fue una excepción afortunada. Sentía que había vuelto a la vida después de lo ocurrido, pero no podía dejar de pensar en la figura que vi en mi auto. Era la muerte, pero ¿por qué me había salvado? ¿O acaso fue solo mi imaginación, o tal vez ya estaba sufriendo el ataque y no me había dado cuenta?
Esa noche, me dormí temprano. Los médicos dijeron que, si seguía así, podría irme a casa al día siguiente. Estaba realmente feliz, no solo por volver a casa, sino también por haber sido salvado de la muerte. Casi a la medianoche, una figura me despertó. Estaba junto a mi cama, revisando los exámenes que los médicos me habían hecho y que habían dejado en una pequeña mesa. Pensé que era un médico, pero estaba vestido de negro. Aún así, le pregunté: "¿Doctor, todo está bien?" Él se volvió para mirarme y me heló la sangre al darme cuenta de quién era. Era la muerte de nuevo, parada frente a mí. Sentí un frío recorrer mi cuerpo y pensé que había vuelto por mí, para terminar su trabajo. Sin embargo, me respondió con voz suave y amable: "Aún no es tu hora".
Al día siguiente, volví a casa con tres días de reposo antes de regresar al trabajo. No le conté a nadie sobre estas experiencias hasta ahora. Nunca más volví a verlo, pero nunca olvidaré su imagen.
¡Fin!
¿Te gustó este relato? ¡Vota por él y ayúdalo a convertirse en la historia de terror más votada del sitio!.