Hace varios años, mi abuelo y mi tío, decidieron emprender un viaje hacia Mexicali durante la madrugada. La carretera estaba completamente vacía, ni siquiera se escuchaban los ruidos habituales de los camiones, que transitan por esas rutas.
Mi tío conducía, mientras mi abuelo permanecía a su lado, en el asiento del copiloto. El trayecto transcurría con normalidad, hasta que de pronto, del lado derecho de la vía, apareció una figura humana. Sin embargo, no se trataba de alguien común. Era extremadamente alta, con proporciones que desafiaban lo natural. Permanecía inmóvil junto al camino, como si nos estuviera esperando.
Alterado, mi tío pensó que estaba a punto de atropellar a esa figura. Sin embargo, mi abuelo, con una tranquilidad sorprendente para el momento, le indicó que siguiera adelante sin preocuparse. Aunque mi tío obedeció, no pudo evitar mirar por el retrovisor, mientras la figura desaparecía lentamente en la penumbra.
Lo que sucedió después fue aún más desconcertante. Apenas unos minutos más tarde, al continuar avanzando por aquella solitaria carretera, volvieron a encontrarse con la misma figura en el borde del camino. Era imposible que alguien pudiera llegar allí antes que ellos, y menos en un lugar tan remoto.
Ambos sintieron cómo el aire adquiría una extraña pesadez. Mi abuelo, un hombre conocido por su valentía, permaneció en completo silencio, mientras que mi tío seguía manejando, con las manos temblorosas sobre el volante.
Hasta el día de hoy, ninguno de los dos, han logrado encontrar una explicación para lo que vivieron aquella madrugada. Esa figura extremadamente alta, no parecía humana.
¡Fin!
¿Te gustó este relato? ¡Vota por él y ayúdalo a convertirse en la historia de terror más votada del sitio!.