Cada mañana, como parte de mi rutina, solía detenerme en una de las taquerías de las estaciones de gasolina en mi camino al trabajo. Durante años, he sido fiel a mi tradición de comenzar el día con un taco de desayuno. Mi elección constante era un taco doble de maíz relleno de huevos revueltos con chorizo y chicharrón. Siempre buscaba la combinación perfecta de calidad y precio, por lo que no dudaba en cambiar de estación de servicio si el sabor o el costo no cumplían mis expectativas.
Sin embargo, la semana pasada, mi rutina se vio interrumpida debido a trabajos de construcción en mi ruta habitual. Me vi obligado a desviarme por una carretera que no había recorrido en años. Decidí detenerme para comprar mi taco matutino, y para mi sorpresa, la mujer que me atendió me reconoció de inmediato.
"¿No me recuerdas?", dijo con una sonrisa. "Soy Vicky. Ha transcurrido bastante tiempo desde la última vez que estuviste aquí". Hice un esfuerzo por recordarla, y pronto caí en cuenta. Antes de que pudiera siquiera ordenar, Vicky anticipó mi pedido: "Un taco doble de maíz con huevos, chorizo y chicharrón, ¿verdad?".Así es, respondí con asombro y nostalgia. Charlamos un poco sobre trivialidades como la pandemia y el clima antes de despedirme con mi taco en la mano.
Al llegar a la oficina, devoré el delicioso manjar con placer renovado, saboreando cada bocado como si fuera el primero. Sin embargo, algo extraño ocurrió cuando terminé y arrojé el envoltorio de papel en la papelera bajo mi escritorio.
Al día siguiente, decidí volver a la estación de gasolina donde Vicky había atendido mi pedido con tanta familiaridad. Pero al entrar, me recibió otra mujer, Susy, a quien recordaba de mis visitas anteriores. Al preguntar por Vicky, recibí una respuesta que heló mi sangre: "Ella trabajó aquí hace años, pero falleció en un accidente automovilístico antes de la pandemia". Las palabras resonaron en mi cabeza mientras me retiraba con mi taco en mano, sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda.
Al llegar a la oficina, mis manos temblaban mientras me disponía a saborear mi taco, pero algo había cambiado. La calidad parecía haberse desvanecido, como si la esencia misma de su sabor hubiera desaparecido. Con un nudo en el estómago, decidí buscar el envoltorio del taco de Vicky en la papelera. Sin embargo, para mi horror, descubrí que había desaparecido, como si nunca hubiera estado allí.
¡Fin!
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