Después de salir de la casa de Santiago, corrí hacia un autobús, notando las miradas curiosas de la gente por la sangre en mi rostro. A pesar de ello, nadie preguntó nada, simplemente me observaban como si fuera un bicho raro. Bajé del autobús y alerté a la policía sobre la sangre en la casa de la familia Márquez.
Luego, me senté en el parque, todo daba vueltas a mi alrededor y sentía una mezcla de miedo, rencor y angustia. Observé mis manos temblorosas, me levanté y caminé sin rumbo, mientras las imágenes de las muertes de mis amigos se reproducían en mi mente. Me costaba respirar y terminé vomitando antes de caer al suelo, llorando.
Algunas personas me miraban, murmuraban entre sí y reían, mientras que otras simplemente me ignoraban y trataban de no tocarme. En ese momento, sonó mi celular. Con manos débiles, lo agarré y respondí. Era María, mi amiga. Después de una breve conversación, me dirigí al centro de la ciudad, siguiendo sus indicaciones.
Dejé caer el celular y me acerqué a un viejo árbol, aferrándome a él mientras intentaba encontrar algo de paz. Poco a poco, la confusión y el caos en mi mente se desvanecieron. De repente, un oficial me despertó, indicándome que estaba prohibido dormir en ese lugar. Me levanté y observé el lugar vacío. Aparentemente, había dormido durante casi cuatro horas, y el oficial me informó que una señorita se había preocupado por mí y me estaba esperando en la comisaría. Me dijo que no creyera nada de lo que me dijera Santiago.
Cuando salí del parque, me dirigí a casa, tomando un taxi en la parada. Al llegar a casa, me tiré en la cama, mirando el techo y cerrando los ojos, deseando que todo fuera un sueño. Sin embargo, al despertar, todavía era de madrugada según mi reloj.
Me levanté y caminé hacia la cocina, tomé un poco de jugo y cerré la nevera. Al hacerlo, vi a Santiago justo a mi lado, sosteniendo su cabeza en sus manos. Caí al suelo y me arrastré hasta mi habitación, bloqueándome con llave. No podía aceptar lo que estaba viendo. Ellos estaban muertos, ¿cómo podían estar aquí?
En ese momento, golpearon la puerta. Santiago me pedía que saliera, pero me aferré a la pared, negándome a creer que era real. Finalmente, me convenció de abrir la puerta, solo para encontrarme con la oscura figura de María del otro lado. Sin embargo, cuando salí con ella, presencié una horripilante escena en la que mis amigos muertos la atacaban.
Desperté rodeado de gente y me dirigí a la salida. Pero al regresar a casa, encontré el cuerpo de María en mi cama, siendo devorada por una criatura grotesca. Perdí la cordura y me refugié en un rincón, riendo histéricamente. La policía llegó y, al encontrar el cadáver de María en mi cama, me arrestaron y sentenciaron a un manicomio por el resto de mi vida. Ahora puedo ver a mis amigos siempre saludándome, sabiendo que siempre estarán conmigo hasta que yo los acompañe.
¡Fin!
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