Mariana, una anciana cuya soledad solo era acompañada por su fiel perro Luca y su dedicada nieta Liz. La enfermedad la había postrado en cama, dejando a Liz como su principal apoyo.
Una tarde, mientras Liz limpiaba la casa, un sonido peculiar llegó a sus oídos: la voz de su abuela conversando animadamente con alguien. "¿Viejito, ya llegaste? Le diré a Liz que te prepare algo de comer!", decía Mariana con tono cariñoso.
Luca, inquieto, comenzó a rascar insistentemente la puerta de la habitación de Mariana. Liz, confundida, decidió preguntar: "Abuela, ¿con quién hablabas?". La respuesta de Mariana la dejó atónita: "Con tu abuelo hija". ¿Ya le serviste la cena? Debe estar cansado después de tanto trabajar.
Liz no podía creer lo que escuchaba. Su abuelo había fallecido años atrás. Los días siguientes trajeron una leve mejoría en la salud de Mariana, pero sus conversaciones con seres queridos que ya no estaban en este mundo se hicieron cada vez más frecuentes. Liz, atribuyendo estas alucinaciones a la edad avanzada de su abuela, no podía evitar sentir una creciente inquietud.
Una noche, mientras Liz se preparaba para dormir, el aullido desesperado de Luca la alertó. Al salir a investigar, fue recibida por la oscuridad del jardín, donde Luca ladraba con fiereza hacia un esquina del lugar. De pronto, escuchó un grito proveniente de la habitación de Mariana: "¡No quiero irme! ¡Déjenme en paz!".
Liz corrió hacia su abuela, intentando calmarla. "¿Qué pasa abuelita? ¿Quién quiere llevarte?", preguntó con voz temblorosa. "Tu abuelo, mi madre Lucía y mi hermano Cuco, ¡Quieren que me vaya con ellos! ¡Dile a esos que están afuera que se callen, quiero dormir!", respondió Mariana entre sollozos.
El terror se apoderó de Liz. Afuera solo estaba Luca, ladrando incansablemente a la nada.
Al amanecer, Liz encontró a su abuela sin vida. Había partido durante la noche, acompañada por los espíritus que solo ella y Luca podían ver. Dicen en el pueblo, que al final de la vida, algunos tienen la fortuna de reencontrarse con sus seres queridos fallecidos, quienes los acompañan en su último viaje. En la vieja casona, donde aún se escucha el eco de los ladridos de Luca, la historia de Mariana y su encuentro con los espíritus de su pasado sigue siendo un misterio.
¡Fin!
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