Mi hija aún es muy pequeña, y se ilusiona con la idea de que Santa le deje regalos. Durante la cena de Navidad, no paraba de hablar sobre dejarle galletas y leche junto al árbol, esperando con emoción su llegada.
Después de la cena, se fue a dormir feliz. Pero alrededor de la una de la madrugada, escuché unos ruidos extraños cerca del árbol. Pensé que era mi hija, que se había levantado por curiosidad. Abrí la puerta con cuidado, para poder ver qué pasaba.
Lo que vi me dejó helada. No era mi hija, sino unas criaturas diminutas, no más grandes que 50 centímetros, y se movían por la sala como si buscaran algo. Su aspecto era espantoso, parecían duendes, pero no como los que uno ve en los cuentos.
Sin querer, hice sonar la puerta, y al oírme, se dispersaron rápidamente, escondiéndose en los rincones de la casa. Inmediatamente encendí la luz y los busqué, pero no los encontré.
Entonces vi a mi hija acurrucada en una esquina, pálida y temblando. Le pregunté qué le ocurría, y sollozando me dijo que eran "los niños de Santa", que la habían visto y trataron de llevársela.
Con mucho esfuerzo logró soltarse, y corrió a esconderse en un rincón. Llorando me suplicó que Santa no regresara, porque sus duendes eran malvados.
Me acerqué a la mesa y pude ver que, las galletas estaban mordidas, y la leche había desaparecido.
Durante varios días, mi hija no pudo dormir. Las pesadillas eran constantes, y lo más escalofriante… es que aún hoy, por las noches, jura escuchar voces que le dicen, que el próximo año sí se la llevarán para siempre.
¡Fin!
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