Desde que tengo memoria, siempre he vivido momentos extraños, incluso paranormales. Algunos han sido tan terroríficos, que me han dejado sin aliento. Pero hay uno en particular que nunca podré olvidar.
Una noche, mientras dormía en mi habitación, todo parecía estar tranquilo. Cuando de repente, algo en la ventana llamó mi atención. Al voltear a ver, vi una estatua enorme. Era tan alta, que su cabeza casi rozaba el techo. Estaba completamente quieta, como si llevara mucho tiempo ahí, observándome.
El miedo me paralizó por un momento, pero al recuperarme, salí de mi habitación para ver quién o qué era. Al llegar al patio, no encontré a nadie. Confundida, regresé a mi cuarto, preguntándome si todo había sido mi imaginación. Justo cuando estaba a punto de acostarme, escuché unos golpes en la ventana. Eran tan fuertes, que sentí que los cristales iban a romperse en cualquier momento. Mi corazón me latía con fuerza, y el sonido de los golpes retumbaba en mis oídos.
Cuando los golpes cesaron, me armé de valor y me levanté de golpe. Fue entonces cuando vi una sombra; que comenzó a desvanecerse poco a poco, como si se fundiera con la noche. No podía creer lo que estaba viendo.
Preocupada, salí corriendo hacia donde estaba mi mascota, para asegurarme de que estuviera bien. Al mirar hacia arriba, hacia la terraza, ahí estaba otra vez esa cosa rara, observándome desde las alturas.
¡Fin!
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