Hace unos años, viajaba junto a mi hermana y su pareja, por la autopista que lleva a Mérida, partiendo desde Cancún. Mi cuñado era quien estaba al volante, mi hermana se encontraba en el asiento del copiloto; y yo ocupaba el asiento trasero, en la parte central, lo que me permitía observar la carretera con claridad. Ya había oscurecido, cuando ocurrió algo que me dejó completamente desconcertado.
Después de pasar la caseta de Kantunil, algo raro llamó mi atención. A lo lejos vi a un hombre, caminando al costado de la carretera en la misma dirección que nosotros. Llevaba puesto un pantalón, chaqueta de manga larga y zapatos.
Su vestimenta y cabello, eran oscuros, y sus manos estaban metidas en los bolsillos de su pantalón. Mientras me disponía a comentarles lo que había visto, algo aún más inquietante sucedió. A medida que nos íbamos acercando, la figura comenzó a desvanecerse.
Lo que antes era una silueta humana, poco a poco se desintegró, hasta desaparecer por completo. Este fenómeno me dejó asombrado, y sin querer alarmar a mi hermana, opté por callarme, ya que suele asustarse con facilidad. Cuando el coche llegó al punto donde la figura había estado, no quedaba rastro de ella. Miré hacia atrás, pero no había nada. La figura se había esfumado.
Mi hermana me preguntó, si pensaba contarles lo que había visto, pero decidí no decir nada en ese momento. No fue hasta que llegamos a Mérida, que compartí lo sucedido con ellos.
Desde entonces, cada vez que viajo por esa carretera, no puedo evitar prestar atención a todos lados, esperando no volver a encontrarme con algo así.
¡Fin!
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