Mi papá, vivió una experiencia aterradora, mientras supervisaba los trabajos que se llevaban a cabo en nuestra colonia.
Todo comenzó hace unos cinco años, cuando aún no contábamos con un sistema de drenaje. Los vecinos organizaron una colecta para financiar la construcción, y cada fin de semana se reunían para trabajar. Las herramientas solían quedarse en las zanjas durante la noche, algunas de las cuales llegaban a tener más de dos metros de profundidad.
Una noche, mientras las excavaciones estaban justo frente a nuestra casa, mi papá escuchó ruidos extraños que venían de la zanja. Al mirar por la ventana, vio una figura que parecía descender al interior del agujero. Tomó una linterna pequeña que teníamos en la entrada, y salió para investigar. Sin embargo, al iluminar el fondo, no encontró a nadie. Tampoco había indicios, de cómo alguien podría haber bajado o subido. Confundido, regresó a casa pensando si realmente había visto a alguien, o si solo había sido un juego de su mente.
A la mañana siguiente, las labores continuaron, y los trabajadores encontraron los restos de un hombre enterrado. Debajo de los huesos había diez monedas de oro. Mi papá les contó lo que había presenciado la noche anterior, y todos comenzaron a especular sobre lo ocurrido.
Los trabajadores, decidieron repartirse las monedas entre ellos, y le ofrecieron una a mi papá, pero él se negó a aceptarla. Los restos humanos fueron llevados a la iglesia para darles sepultura, pero los acontecimientos extraños no terminaron ahí.
Los vecinos que tomaron las monedas, comenzaron a enfermarse repentinamente. En menos de una semana, todos ellos fallecieron. Lo más extraño era que sus cuerpos, emitían un olor nauseabundo, como si llevaran días descomponiéndose, a pesar de haber muerto hacía pocas horas. En el velorio de uno de ellos, ocurrió algo escalofriante. De su boca, comenzaron a salir muchísimas moscas. El ambiente se llenó de pánico, y todos los presentes abandonaron la habitación aterrados.
Lo más perturbador fue, que todos murieron el mismo día, y a la misma hora. Mi papá me contó, que días después, mientras seguían con las excavaciones, encontraron otros restos humanos, unos metros más adelante. Esta vez, nadie quiso tocarlos. Simplemente los cubrieron y colocaron los tubos de drenaje sobre ellos.
¡Fin!
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