En una noche oscura y lluviosa, un joven motociclista, intrépido y ajeno al peligro, desafiaba las inclemencias del tiempo, conduciendo por un camino conocido por sus macabras leyendas. El rugido de su motor era el único sonido que rompía el silencio de ese lugar, mientras los faros de su vehículo apenas lograban alumbrar la niebla que lo envolvía todo.
De pronto, un estruendo metálico rompió la monotonía del viaje. La motocicleta, como poseída por un espíritu maligno, comenzó a fallar, negándose a continuar su marcha. El joven, maldiciendo su mala suerte, se vio obligado a detenerse a un lado de la carretera, justo en el temido tramo conocido como "el kilómetro maldito". La señal de su teléfono móvil era inexistente.
Mientras examinaba el motor rebelde, un crujido seco en la maleza llamó su atención. Alzando la vista, vio una figura que se aproximaba lentamente hacia él. La silueta, envuelta en un vaporoso vestido blanco, parecía flotar sobre la tierra mojada. Su rostro, oculto tras un velo, emanaba un aire de misterio.
Con voz temblorosa, la mujer le pidió auxilio al joven motociclista. Explicó que su automóvil se había averiado más adelante en la carretera, dejándola varada en medio de la tormenta. A pesar del terror que le inspiraba la aparición, el joven, conmovido por su súplica, accedió a ayudarla.
Juntos caminaron por la carretera, tras lo que parecieron horas interminables, finalmente llegaron al lugar, donde supuestamente se encontraba el automóvil averiado. Sin embargo para su sorpresa, ante sus ojos se encontraba un vehículo, bastante viejo, y por lo visto abandonado ya por mucho tiempo; el joven desconcertado, miró en su interior, pero ahí no había nada. Sin comprender lo que pasaba, el joven volteo la mirada a la mujer, pero ella ya no se encontraba ahí, ella había desaparecido.
Un aire helado recorrió su cuerpo al comprender la terrible verdad. La mujer del velo no era más que un espectro, una alma en pena que vagaba por la carretera en busca de ayuda. Atormentado por el remordimiento y el terror, el joven corrió de regreso a su motocicleta, que milagrosamente había vuelto a funcionar. Encendió el motor y aceleró con todas sus fuerzas, deseando alejarse lo más lejos posible de ese lugar maldito.
Al llegar al pueblo más cercano, el joven relató su aterradora experiencia a los lugareños. Ellos, con los rostros aterrados, le confirmaron sus sospechas: la mujer del velo era una leyenda local, un espíritu atormentado que vagaba por la carretera en busca de redención. Esta historia, es una más de las tantas historias de terror que se cuentan en la región.
¡Fin!
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