La historia que estoy a punto de contarles, me sucedió ya hace varios años. En esa ocasión, mi madre y yo, decidimos pasar la noche en la casa de mis abuelos. Nos acomodamos en su dormitorio, ya que la casa era pequeña, y no había otro lugar disponible. Dormimos en el suelo, mientras mis abuelos ocupaban su cama.
Mi madre se durmió cerca de la cama, y yo, me acosté al otro lado, junto a un viejo ropero. Siempre he tenido dificultades para conciliar el sueño, y esa noche no fue la excepción. Todos ya estaban dormidos, y yo me encontraba boca abajo, medio de lado, observando a mi madre con un brazo extendido hacia atrás.
Justo cuando estaba a punto de dormirme, escuché un ruido proveniente del ropero, como si algo hubiera caído desde arriba. No le di mayor importancia, pero poco después, sentí algo extraño. Unos pequeños piececitos comenzaron a pisar mi mano, presionando suavemente, y luego retirándose. Quería cerrar la mano y encender la luz, para ver qué era, pero el miedo me paralizó y no pude moverme.
Los piececitos juguetearon con mi mano, unas seis o siete veces más, antes de detenerse por completo. La sensación no era fuerte, sino más bien como si estuviera jugando con cuidado. Fue una experiencia muy peculiar, ya que no logré ver nada, debido a la oscuridad, pero siempre he creído que fueron duendes. Esa noche, decidí no contarle a nadie lo sucedido, y guardé silencio. Sin embargo, hasta el día de hoy, recuerdo claramente esa experiencia.
¡Fin!
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