Una lluvia suave caía sobre el deshuesadero de autos abandonado. Mi obsesión por los autos me había llevado a este lugar.
Avanzaba entre esqueletos de autos que alguna vez fueron sueños sobre ruedas, buscando una pieza para reparar mi auto. Pero esa noche, entre los montones de motores oxidados y puertas abolladas, encontré algo más que una simple pieza de metal.
Al fondo del deshuesadero, bajo la sombra de un viejo autobús escolar, una figura se movía con una gracia fantasmal. Al principio, lo confundí con la silueta de un gato callejero, pero al acercarme, supe que era algo más.
Era un ser con apariencia de hombre, o al menos lo que quedaba de el. Su cuerpo estaba cubierto con un overol raído por el tiempo, y su rostro, pálido como la luna.
Me quedé paralizado por el miedo, escondido detrás de unos autos viejos observando como se movía, de pronto aquel ser giró su rostro en la dirección donde yo me encontraba, extendiendo su mano hacia mí a medida que avanzaba.
En ese momento, supe que no era una pieza de auto lo que aquel ser quería, antes de que pudiera atraparme, corrí con toda las fuerzas que me quedaban sin mirar para atrás.
¡Fin!
¿Te gustó este relato? ¡Vota por él y ayúdalo a convertirse en la historia de terror más votada del sitio!.