Hace un tiempo, fui a visitar a una amiga a su casa. Mientras ella subía al segundo piso a buscar unas cosas, me quedé en la sala, viendo televisión tranquilamente.
De pronto, escuché un sonido en la cocina. Era como si varias monedas cayeran al suelo.
En ese momento apareció su hijo, que tendría unos cinco años. Se acercó con cara seria y ojos muy abiertos, y me dijo:
—El muñequito me quiso dar monedas.
Al principio no entendí lo que quiso decir, por lo que me quedé pensativo. Pero mi amiga, que justo bajaba las escaleras, le respondió con un tono tranquilo:
—¡Le hubieras preguntado dónde esconde la olla completa!
Aunque sonreí sutilmente, la curiosidad de saber de qué hablaban, terminó por ganarme. Así que me levanté, y fui a la cocina para comprobar si había alguna alcancía rota, o algo fuera de lo normal. Pero no encontré nada extraño.
Entonces, mi amiga me explicó que su hijo, solía contarle que veía a un ser pequeño, que le ofrecía monedas y caramelos.
Y que Cada vez que intentaba seguirlo, la criatura se escondía en una alacena que tenían en la cocina.
Cuando ella le preguntaba cómo era ese ser, él le respondía que era más bajo que él. Con ojos enormes, rostro feo, y manos grandes.
A veces mi amiga lo espiaba para ver con quién hablaba, pero nunca vio nada.
Y como dice un viejo refrán:
"Los borrachos y los niños, siempre dicen la verdad".
¡Fin!
¿Te gustó este relato? ¡Vota por él y ayúdalo a convertirse en la historia de terror más votada del sitio!.