Cuando empecé a trabajar en la discoteca, mi puesto era de intendente, pero también hacía de mesero. Fueron años oscuros, de mala suerte y desdicha. Trabajaba cuatro empleos además de este, siete días a la semana, durante unos cuatro años más o menos. El dinero nunca alcanzaba. Sorprendentemente, cada quincena, a los cuatro días ya no tenía un centavo en el bolsillo. Para mí, trabajar en ese lugar era casi una bendición.
Desde el principio noté que todo el personal estaba siempre alerta, no por mi presencia, sino por la mala energía del lugar. Hice amistad con uno de los guardias de seguridad, Francisco, a quien consideraba el guardia más miedoso que había conocido. Siempre me preguntaba si no tenía miedo de estar solo dentro de la discoteca los jueves por la tarde cuando hacía la limpieza para el fin de semana. En esa discoteca se decía que se había aparecido el diablo, y Francisco lo tenía muy presente. En varias ocasiones, incluso, lo invoqué con una voz gutural que sabía hacer como cantante de heavy metal. Francisco me rogaba que no lo hiciera y se marchaba del lugar, algo que me parecía muy gracioso porque no entendía ni lo que hacía ni por qué tenía tanto miedo.
Con el tiempo, conocí al resto del personal y entablé amistad con algunos. Siempre me hacían la misma pregunta: ¿No te da miedo estar ahí tú solo? Mi respuesta siempre era la misma: no. Poco a poco se fueron abriendo más y me contaron las cosas que pasaban en el hotel.
Una de las historias que me contaron fue sobre un incidente en el salón de eventos. Al terminar un evento, un vigilante escuchó cómo tocaban la puerta del otro lado de manera desesperada y una voz que pedía que le abrieran para salir. El guardia, al ver el error del personal de eventos, le dijo a la voz que pronto le abrirían para que saliera. Después de revisar varias veces, confirmaron que no había nadie en el salón.
Otra historia que me contó Francisco fue sobre un huésped que llamó en la madrugada a recepción para solicitar que los del cuarto de al lado bajaran su ruido, pero al revisar, no existía registro de estar ocupada esa habitación. Al estar tratando de arrullar a su bebé, decidió tomarse varias fotos con su celular en modo selfie. Al revisarlas, en una de ellas aparece el rostro de otro niño detrás de ellos, como posando también para la foto, pero este no se ve claramente, se ve más bien como corrido o embarrado en esa foto.
También me contaron sobre una señora que se hospedó una noche. En medio de la noche, salió corriendo del lugar, ya que al estar en su cuarto con su bebé, se despertó pidiendo comida o cambio de pañal. Al revisar la foto que se había tomado, en una de ellas aparece el rostro de otro niño detrás de ellos.
En una ocasión, vi una foto tomada por otro vigilante que estaba alrededor de las 3 de la mañana. En ella se veía la luna muy intensa por encima del salón de eventos. En la foto, se podía ver claramente la silueta de una niña.
Nunca logramos entender por qué el lugar tenía estos sucesos paranormales. Según el gerente, alguna vez escuchó que hace mucho tiempo, cuando el hotel todavía no estaba construido, el terreno era camino a la playa y un camión escolar tuvo un accidente con otro camión de materiales, resultando en varios niños muertos. Por eso se decía que los niños aparecían en el hotel. Aunque nunca pude confirmar la veracidad del accidente, la historia siempre rondaba en el ambiente.
¡Fin!
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