En el oscuro sótano de una casa abandonada, cinco amigos se reunieron con una tabla Ouija en busca de emoción y una conexión con el más allá. Con una vela parpadeante como única fuente de luz, colocaron sus dedos sobre el puntero y comenzaron la sesión.
Al principio, la tabla parecía no responder, y los amigos intercambiaban miradas de duda. Pero poco a poco, el puntero comenzó a moverse, deslizándose hacia las letras y deletreando palabras. El espíritu se presentó como Samuel, un antiguo habitante de la casa que había fallecido en circunstancias misteriosas.
Las preguntas de los amigos se volvieron más específicas y, con cada respuesta, Samuel parecía volverse más agitado. Comenzó a revelar detalles íntimos sobre los antiguos habitantes de la casa, secretos que nadie más podría conocer. Los amigos sintieron un escalofrío recorrer sus cuerpos mientras Samuel describía eventos que habían ocurrido décadas atrás, como si los estuviera presenciando en tiempo real.
La atmósfera en el sótano se volvió más tensa, y uno de los amigos comenzó a sentirse mareado. De repente, el puntero se movió con violencia hacia "Adiós", y la vela se apagó bruscamente. En la oscuridad, escucharon un grito ahogado y encontraron a su amigo inconsciente en el suelo.
Asustados, llevaron a su amigo al hospital, donde los médicos no pudieron encontrar una explicación para su estado. Al regresar a la casa al día siguiente, encontraron la tabla Ouija rota en pedazos, como si alguien hubiera querido evitar que se repitiera la sesión. Desde entonces, ninguno de los amigos ha vuelto a intentar comunicarse con el más allá.
¡Fin!
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