Cuando mi familia y yo nos mudamos a una casa antigua, mi hija se enamoró de una habitación en particular. En una esquina, había una muñeca de trapo cubierta de polvo y telarañas. La limpié y le cambié el vestido, y mi hija se encaprichó con ella. La muñeca tenía cabello rojo y ojos negros, y parecía mirarme con una intensidad inquietante.
Pero pronto, mi hija cambió. Se volvió agresiva y distante, y comenzó a destruir sus juguetes. El único juguete que dejo intacto, era la muñeca pelirroja, que parecía tener un poder extraño sobre ella. Un día, mientras mi hija estaba en la escuela, encontré la muñeca en su cama, mirándome fijamente. Me asusté al ver que su cabello había crecido, y la aventé al piso. Mi esposo también notó algo extraño en la muñeca, y decidimos deshacernos de ella.
Pero la muñeca parecía tener una vida propia. Mi hija comenzó a comportarse de manera extraña, hablando sola y negándose a comer o dormir. La llevamos a un psiquiatra, que nos dijo que había entrado en psicosis y corría el riesgo de desarrollar esquizofrenia. La ingresamos en un hospital psiquiátrico, pero la situación no mejoró.
Cuando regresamos a casa, encontramos la muñeca en el sofá, mirándonos con odio. Mi esposo la arrojó a la chimenea, y la vimos desaparecer en las llamas. Pero la muñeca no estaba vencida. Recibimos una llamada del hospital, informándonos de un incendio que había destruido todo. Nadie había sobrevivido.
La policía encontró una muñeca entre los escombros, una muñeca pelirroja de ojos negros. Me sentí destrozada, pero también asustada. ¿Cómo había regresado la muñeca? ¿Qué poder tenía sobre mi hija? ¿Y qué había pasado en ese hospital?
¡Fin!
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