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El Diablo se me Aparece en la Puerta de mi Dormitorio

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El calor sofocante del verano, nos obligaba a mantener las puertas y ventanas abiertas para conseguir aire fresco. Una noche, la tensión entre mi esposo y yo era palpable, mientras nos sentábamos uno frente al otro a la hora de la cena.

Una discusión había estallado esa tarde, alimentada por el estrés de mi esposo por el trabajo, y mis propias frustraciones. El desacuerdo había ensombrecido nuestra cena, hechando a perder la rutina que teníamos a la hora de acostarnos. Mientras nos preparábamos para dormir, el habitual intercambio de bendiciones entre nosotros y nuestro hijo, fue reemplazado por un incómodo silencio.

Esa noche no conseguía dormir. El calor opresivo parecía intensificarse, me encontraba dando vueltas y vueltas en la cama. De repente, una sensación de ardor me despertó de golpe. Me incorporé en la cama, mis ojos se movieron rápidamente hacia la fuente del dolor. Sentía como si unas llamas de fuego ardieran debajo de mi cama, justo a la altura de mis tobillos.

Mientras me inclinaba para investigar, una figura alta y sombría se asomó por la puerta, con el rostro opacado por la oscuridad. De pronto, una voz ronca resonó en la habitación pronunciando mi nombre. Me congelé del miedo, la sangre se me heló mientras la figura entraba.

Su piel era gris ceniza, y una sonrisa burlona se extendía por su rostro, revelando filas de dientes afilados como navajas. Una pierna era de cabra, la otra de cerdo, y sus largos dedos huesudos terminaban en garras.

Me tiré instintivamente hacia atrás en la cama, con los ojos desorbitados por el miedo. La criatura bailaba, sus burlas se intensificaban, mientras murmuraba: Pronto te unirás a nosotros!.

Desperté a mi esposo, buscando consuelo y contándole lo ocurrido.

Es solo un sueño!, murmuró con una voz aún medio dormida. Vuelve a dormir!.

Quería creerle, descartar la aterradora aparición como producto de mi imaginación. Pero la sensación de ardor en mis tobillos, me decían lo contrario.

¡Fin!

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