Esta leyenda sucedió en tiempos del Santo Oficio. Cuenta la historia de Elena, una mujer de una belleza sin igual en el pueblo. A pesar de que muchos hombres la cortejaban, ella no mostraba interés en ninguno, pues su único deseo era dedicarse a la vida religiosa. Sin embargo, para lograrlo, sus padres debían juntar cierta cantidad de dinero para que pudiera ingresar en un convento de la capital.
Elena era respetada por su devoción y su deseo de servir al Señor. Sin embargo, un hombre llamado Fernando, rico y poderoso, comenzó a sentir un profundo odio hacia ella debido a su rechazo. Con el tiempo, ese odio se convirtió en un deseo de venganza.
Un día, cuando Elena se encontraba sola saliendo del catecismo, Fernando la siguió por un oscuro callejón y la atacó brutalmente, dejándola inconsciente y ultrajada. Tras este terrible acto, Elena cambió completamente, sumida en la tristeza y la desesperación.
Cuando su familia descubrió lo sucedido, la expulsaron de su hogar cruelmente, sin escuchar sus explicaciones. Elena se encontró sola y desamparada, vagando por el pueblo, sin un lugar donde dormir ni comida que llevarse a la boca.
En su desesperación, encontró refugio en una anciana que practicaba la brujería. Con el tiempo, Elena aprendió el arte de la brujería y se convirtió en una bruja poderosa.
Decidida a vengarse de Fernando, Elena lo sedujo y lo arruinó, pero su sed de venganza no se detuvo allí. Aprendió a desenterrar cadáveres para sus pócimas y hechizos, utilizando los restos humanos para sus oscuros propósitos.
La historia de Elena, conocida como la "Bruja del Pueblo", llegó a oídos del Santo Oficio, que la condenó a morir en la hoguera. Sin embargo, Elena murió en la cárcel antes de recibir su sentencia, con su mente ya enloquecida por la sed de venganza.
¡Fin!
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