En una noche despejada y estrellada, Juan se encontraba conduciendo por una carretera solitaria en las afueras de un pequeño pueblo. Mientras admiraba el resplandor de las estrellas en el cielo oscuro, algo llamó su atención en el horizonte.
Una luz brillante y titilante parecía moverse de manera errática, a una distancia considerable. Juan pensó que podría tratarse de un avión, pero la forma en que se movía no encajaba con ningún comportamiento aéreo que hubiera visto antes.
Intrigado, Juan detuvo su auto en el arcén y salió para observar mejor. La luz seguía moviéndose en el cielo, cambiando de dirección rápidamente y a veces desapareciendo por completo, solo para reaparecer en otro lugar.
De repente, la luz descendió rápidamente hacia el suelo, iluminando el área circundante con un brillo deslumbrante. Juan quedó atónito mientras observaba cómo la luz se desvanecía lentamente, revelando una forma ovalada y metálica posada en el suelo.
Sin pensarlo dos veces, Juan corrió hacia la nave, sintiendo una mezcla de temor y emoción. Cuando llegó, la nave estaba silenciosa, sin signos de vida en su interior. Juan se acercó y tocó la superficie fría y lisa de la nave, preguntándose qué misterios podían estar ocultos dentro.
De repente, la nave comenzó a emitir un zumbido suave y las luces en su superficie se encendieron, bañando a Juan en un resplandor cegador. Antes de que pudiera reaccionar, la nave se elevó lentamente en el aire y desapareció en la distancia, dejando a Juan solo y asombrado en la noche estrellada.
¡Fin!
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