Hace algunos años, vivía en una zona alejada, en las afueras de Cusco en Perú. Mi mamá y yo, ocupábamos el segundo piso, mientras que mi tía y su familia, vivían en el primero. Yo tenía por entonces alrededor de seis años.
Una noche, escuché a mi tía gritar con desesperación:
—¡Sandra, por favor, ayúdame!
Mi mamá salió rápidamente de nuestra habitación para ver qué ocurría, pero yo me quedé en la cama solo, iluminado apenas por la débil luz de una lámpara, ya que en ese tiempo no había electricidad.
Mientras pensaba en bajar, vi entrar a un niño al cuarto. Pensé que era mi primo, así que lo llamé:
—¡David! ¿Por qué está llorando tu mamá?
Él no respondió. Volví a llamarlo, ahora con más fuerza, pero no recibí respuesta.
Me levanté de la cama para acercarme a él, pero antes de que pudiera alcanzarlo, el niño salió corriendo y desapareció.
Confundido y sin entender lo que había sucedido, bajé con cuidado las escaleras para ir con mi mamá. Al llegar abajo, vi a la familia auxiliando a mi primo, que había sufrido un accidente mientras dormía. Parecía estar sin vida, pero afortunadamente lograron estabilizarlo.
Al día siguiente, durante el desayuno, le pregunté a David cómo había logrado bajar las escaleras tan rápido. Mi mamá, sorprendida, me preguntó a qué escaleras me refería.
Al contar lo sucedido con el niño que vi, todos se quedaron en silencio por un momento. Luego, me aseguraron que no debía preocuparme, ya que Dios siempre me protegía.
Más tarde, mi abuelo realizó un ritual llamado "Wajapa", destinado a "llamar al alma". Según me explicaron, lo que vi esa noche, era en realidad, el alma de mi primo, que había salido temporalmente de su cuerpo, mientras estaba inconsciente.
¡Fin!
¿Te gustó este relato? ¡Vota por él y ayúdalo a convertirse en la historia de terror más votada del sitio!.